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SOLER HERMANOS

Propiedad, equipamiento y destinos del edificio

 

El edificio denominado Soler Hermanos forma parte del conjunto de fábricas denominadas Molí del Ferro. La finca en la primera inscripción del Registro de Propiedad es descrita como un molino papelero con una superficie de 9.136 palmos valencianos o sea 468 metros con 60 cm, y con derecho a un tercio del agua.

Félix Aura construyó el edificio en 1779 sobre un batán y molino harinero preexistente. Una de sus primeras propietarias cabe citar a Rosa Payá Matarredona, quien dejó su patrimonio a sus hijas Francisca y María Boronat Payá. Posteriormente,  al fallecer la primera, el edificio pasó a manos de María Boronat Payá en su totalidad. En la inscripción 3 datada en 1861, se señala que es “un molino fábrica de papel de cuatro tinas”.

Posteriormente se produjo un cambio de propiedad, pasando a pertenecer a Francisco Llopis Boronat, con el que todavía consta la actividad papelera. Años más tarde aparece la siguiente descripción: “comprensivo todo el de tres navadas de anchura, y siete de profundidad en el piso bajo o de tierras, y diez en el principal y segundo, teniendo los cuatro últimos de esta segunda planta un piso más, con cubierta ordinaria y las seis restantes con toda la anchura del edificio con armaduras de hierro y madera”. Ocupaba una superficie cubierta de 534 metros y 40 dm cuadrados, con dos patios.

La finca fue adquirida sobre 1891 por los hermanos Soler Moya, creando la razón social “Hijos de Juan Soler”, representada por uno de sus propietarios: Francisco Soler Moya. El resto de propietarios era los hermanos Josefa, casada con Antonio Aura Berenguer) y Juan Soler Moya, casada con Consuelo Sempere Juan. Los nuevos propietarios tras las reformas oportunas aprovecharon el edificio como empresa textil dedicada a la elaboración de paños con un equipamiento integrado por tres máquinas selfactinas marca Platt de 1450 husos en 1907, 36 telares mecánicos, 6 canilleras y seis urdidores.

En 1891 se construyó la chimenea para un generador de vapor.

A medida que transcurrieron los años el número de propietarios aumentó. Heredan los hijos de Josefa y Antonio: Adolfina, María, Jesús Antonio y Santiago Aura Soler, y los hijos de Juan y Consuelo: Consuelo (casada con Mariano García Aura), Juan, Rosa, Pablo y Enrique (fallecido en 1904) Soler Sempere.

 

 

Descripción del edificio en sus últimos años

El edificio ocupa una superficie rectangular de 560 m2 y dispone de cuatro plantas. La fachada está realizada con sillería caliza y mampostería. En sus instalaciones destaca la chimenea que servía a la máquina de vapor, instalada en 1876, y la rueda hidráulica.

La planta baja está cubierta con bóveda de 20 palmos, formadas por dos roscas de ladrillos planos.

El suelo de la segunda planta consta de una estructura de jácenas y viguetas de madera que posteriormente se reforzó mediante una estructura suplementaria de acero.

En el patio se sitúan los motores hidráulicos que constan de una rueda y una turbina. Ambos emplean el mismo conducto de desagüe, formado por un bóveda que atraviesa la fábrica y vierte al canal.

 

Actividad industrial durante el siglo XX

A principios del siglo XX en el edificio se alojaba la empresa Hijos de Juan Soler. Esta industria adquirió en 1908 la máquina de vapor a Saturnino Barceló y dio de baja la caldera de vapor En 1912 esta empresa adquirió un aparato electromotor de 60 HP.

La empresa fue expropiada durante la última Guerra Civil de España por lo que fue inventariada en dos ocasiones. Posteriormente en septiembre de 1939 volvió a ser inventariada. Estos inventarios que se realizaron en todas las fábricas constituyen una importante fuente documental para conocer el equipamiento de las industrias alcoyanas y el grado de desarrollo e innovación tecnológica.

 

ENTREVISTAS

 

1.- Ernesto Miró

 

Ernesto nació en 1916, en la fábrica de l´Escaló, porque su padre, Camilo Miró Satorre, residía y trabajaba en ella. Esta fábrica era una de las más importante en aquel momento, ya que contaba con una plantilla de 350 trabajadores, 30 de los cuales estaban en el taller junto a Camilo.

Camilo era modelista antes de empezar a trabajar en la fábrica de l’Escaló. En ésta no ejerció como modelista, sino que tuvo que formarse para llegar a aprender el que después sería su oficio: hacer y reparar telares. Como tenía algunos negocios, pudo comprar la fábrica de hilatura de Romualdo Borontat a la Beneficencia en 1929.

Camilo pretendía que sus hijos realizaran los estudios de tejedor, estudios muy importantes para la época. Sólo el mayor de ellos, Eduardo, lo consiguió, ya que el padre cayó gravemente enfermo y Ernesto, cuando sólo había realizado un curso, tuvo que dejar los estudios.

En 1931 muere el padre, dejando la fábrica a sus cinco hijos. Estos realizarán varios cambios en ella: deja de ser de hilatura para transformarse en textil, y el nombre que tenía ésta, “Molí de Ferro”, cambia a  “Viuda de Camilo Miró”.

El edificio constaba de cuatro plantas. Dentro de las cuáles estaba la fábrica, propiamente dicha, y dos viviendas, una que pertenecía al dueño y la otra al contramaestre. Esta fábrica, dedicada al textil, tenía  tres zonas bien diferenciadas: máquinas donde trabajaba el personal de mayor edad, selfactinas donde trabajaba el más joven, y borreras.

La sala de máquinas estaba situada en la primera planta del edificio, mientras que la borrera estaba  situada debajo de ésta.

La jornada de trabajo constaba de 48 horas semanales, siempre y cuando no tuvieran que realizar horas extra, que se dividían en dos o tres turnos. Si había dos turnos paraban el sábado a las 22.30 h, pero si hacían tres acababan a las 5.30 h del domingo. Los únicos que trabajaban el domingo eran el dueño y el contramaestre, ya que tenían que preparar el trabajo para el lunes.

La plantilla la formaban 25 hombres que carecían de formación.

La materia prima la traían de Japón y América. Eran trapos de muy mala calidad que hacían que esta fuese muy barata. Ernesto como anécdota nos contó que trabajaron una vez para la marca de vaqueros "Lois".

Las máquinas acabaron siendo fabricadas en Alcoy, ya que durante la Segunda Guerra Mundial las piezas para reparar las máquinas no podían ser enviadas desde Alemania, así que Ernesto empezó a fabricar las suyas propias. Realizó tres que patentó.

  • Un diablo, al cual le había colocado los clavos del tambor con una disposición especial que conseguía, triturar mucho mejor el género de mala calidad, y que un tambor realizara el trabajo de dos. Esto fue conocido como el Overlock.

  • Esmeriladora de molones de carda: de esta máquina se obtenía la napa, una especie de manta. De 1 Kg. de hilo se obtenía 13000 m. de napa, trabajo que antes se hacía a mano.

  • La tercera de ellas la había olvidado.

El 50% de la producción se quedaba en Alcoy, mientras que el restante 50% se repartía entre: Valladolid, Castellón, Morella, Teruel y Barcelona. Para transportar la producción de la fábrica utilizaban un camión, el cual tenía una carga máxima de 600 kg. Entre 1940-60 la empresa generó 25 puestos de trabajo. La materia prima se importaba de Japón y EEUU

El cierre de esta industria, en 1960,  se debió a que los trabajadores pensaban que la fábrica estaba demasiado alejada de la ciudad y no reunía las condiciones necesarias para el momento. Después la transformaron en una granja: la “Granja Maribel”.

 

2- Teodoro Giménez Bornay (1926-2002)

Recuerda que su padre estuvo de contramaestre en 4/5 fábricas. Incluso llegó a estar como tal en Daroca.

No quiso ser contramaestre para no enfrentarse con el resto de trabajadores que también eran familia. Fue al edificio del Viaducto a estudiar maestría industrial en el momento que se estaba realizando la exposición de 1940. En 1945 se marchó a vivir a la Razón social Vda. de Camilo Miró. En esos momentos era una empresa de hilatura. Traían las balas en un camión por una cuesta muy empinada. Se sacaba el material y el diablo las trituraba. Después pasaban a la emborradora, repasadora y bobinadora. De allí a las selfactinas. Después se  empaquetaban. La producción se vendía a los clientes de Alcoy, pero también se vendió mucho a Castellón de la Plana. En la fábrica vivían los dueños y el contramaestre. Se hacían tres turnos trabajando las 24 horas, pero los trabajadores solían realizar jornadas de 12 horas. Desde el lunes a las 5,30h de la mañana hasta el sábado a las 10 de la noche. Los sueldos eran bastante desiguales, es decir, el jornal de los empleados oscilaba entre una 65 pesetas al mes, mientras que el padre de Teodoro venía a cobrar sobre 85 pesetas, además de esto tenía un extra al mes de 60 pesetas. 

El contramaestre, además, el domingo por la mañana preparaba el “encardado” para poder arrancar el lunes. Además del contramaestre no había ningún trabajador cualificado. El contramaestre se quedaba las comisiones de los clientes que querían hilos delgados y resistentes, especialmente los de Castellón. El contramaestre pesaba el algodón para hacer la mezcla con el triturado y obtener la calidad y resistencia deseada. También debía saber la cantidad de agua y aceite que tenía que tirar a las balas antes de pasar por el diablo para que no se pegara en las púas. El diablo estaba en un cuarto cerrado con puertas de hierro, porque era frecuente que éste se incendiara (clavos, botones, piedras, etc.). Si se cerraban las puertas el fuego sin oxígeno se apagaba. También se podía combatir el fuego con una espuma (minimax). Cuando finalizaba el trabajo en el diablo, los maquineros llevaban la materia a la emborradora.

No conoció accidentes laborales, aunque su mujer sí los recuerda y señala que las máquinas eran difíciles de parar porque iban embarradas. Todas las fábricas estaban embarradas.

No había aprendices menores de 16 años, y entre los trabajadores había mucho compañerismo. Señala que había escasez de energía y los camiones iban con gasógeno. La fábrica tenía una rueda de agua, que la arreglaba el propio Ernesto Miró. Más tarde, a la rueda le añadieron un alternador para iluminar la fábrica, pero las máquinas todavía se movían con la rueda.

Antes se iluminaban con quiques de petróleo y carbureros. Después entró el alternador movido por un motor que iba con cáscaras de almendra que emitía un gas. Este funcionó hasta 1952, fecha en la que llegó la luz. 

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