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OCTAVIO REIG

Propiedad, equipamiento y destinos del edificio

Este edificio aparece 1839 descrito como un antiguo batán que adquirió Francisco Pastor Juliá a Camilo Llorca y José Llacer Jordá. En el Registro de la Propiedad aparece especificada la siguiente descripción: “Edificio hidráulico para máquinas de hilar y tejidos de lana destinado antes a batán de paños”.

La superficie edificada era de 422 metros cuadrados y tenía derecho a la mitad de aguas procedentes del Molinar que se empleaban como fuerza motriz. Tenía un salto de agua para su rueda hidráulica de 454 cm.

Al morir Francisco Pastor Juliá en 1879 el edificio se convirtió en una propiedad proindivisa a nombre de su mujer Rita Boronat Payá y sus hijos: Alejandra y Francisco Pastor Boronat, y a los hijos de María Pastor Boronat su hija fallecida: Manuel, Amalia y Santiago Jordá Pastor. El valor de la finca ascendió a 57.500 ptas.

Esta propiedad continuó siendo proindivisa durante el resto del S. XIX, pasando de padres a hijos y sobrinos, aumentando cada vez más el número de propietarios. Algunos de sus propietarios, vendieron su parte.

El primero en vender fue Remigio Llopis Pastor, abogado e industrial. En 1923 vendió su participación a Pedro Puigcerver Monserrat, el cual, a su vez, vendió la propiedad a su vecina María Herrera Othón en 1924. Cinco años más tarde, María Herrera vendía su parte a Francisco Lloréns Miró.

También vendieron su parte Concepción y Francisca Jordá Jordá y Josefa Jordá Pascual a Antonio Jordá Ferrándiz en 1933.

En 1992 la inscripción en el Registro de la Propiedad recoge el siguiente texto “el edificio, en razón de haber sido incendiado en su mayor parte y como consecuencia de temporales se halla actualmente casi en su totalidad derruido”.

Entre las empresas que utilizaron este edificio cabe citar la de Octavio Reig, que se estableció para la fabricación de paños. En junio de 1910 la caldera de vapor existente, de 11,75 metros cuadrados fue sustituida por un electromotor de 10 caballos de vapor; sin embargo la instalación no sería dada de alta hasta 1915 por José Cort Merita.

En el equipamiento de la empresa cabe mencionar una caldera de vapor sistema Auxengier de 12 HP. Octavio Reig electrificó la producción en 1915 e instaló un transformador Allmanna Sevenska, de 10 HP. En 1917 el edificio sufrió un incendio que le produjo graves desperfectos. Posteriormente fue rehabilitado para fábrica de borras de Rafael Pérez Garrigós.

La empresa de Octavio Reig Candela no desapareció tras su traslado del Molinar ya que en 1926 su propietario presentaba un proyecto para instalar motor eléctrico de 25 HP en edificio de la Calle Beato Nicolás Factor, propiedad de Camilo Gisbert Boronat.

 

Descripción del edificio en sus últimos años

Se trata de una edificación que ocupa una superficie planta de 195 metros cuadrados y con 3 alturas y un semisótano. Entre las infraestructuras que dispuso destaca la rueda hidráulica y la chimenea.

Las paredes siguen la técnica constructiva habitual de muros de mampostería con refuerzos en vanos y esquinas de piedra de sillería. Para proteger y uniformizar la fachada el edificio fue enlucido. La cubierta fue a cuatro aguas, aunque en los restos actuales se evidencia una reforma que la redujo a dos. Las ventanas estaban dispuestas de forma regular, pero la puerta aparece descentrada en la fachada. Encima de ésta la ventana es sustituida por un balcón, con unos azulejos dedicados posiblemente a la Virgen del Pilar. La primera ventana de la derecha también fue transformada en balcón indicando un uso residencial del edificio.

En el interior, camuflado por la vegetación, se conserva un interesante arco apuntado.

En el terreno que existe delante de la puerta principal se localizó el tendedero donde se secaban las madejas de lana expuestas al sol y al aire. Cabe destacar en este particular el uso de los recursos naturales como los citados en la producción industrial. Los tendederos constituyeron una parte esencial del equipamiento industrial hasta la década de 1960. Los tendederos servían para secar los tejidos y madejas de hilos colgados que se colgaban, o de lanas que se disponían directamente en el suelo y que se removían con ayuda de horcas. El trabajo era especialmente duro cuando la producción estaba mojada y empapaba al trabajador que las transportaba.  La subida del precio de la mano de obra hicieron antieconómicas estas instalaciones. 

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